Thursday, January 05, 2006

Relatos para la generacion pastilla Vol 3. Un drama mas acorde con el miercoles pasado que con la fecha de hoy...

(Sin disculpas a nadie)

El panqué. (¡ya no eres mi dulcecito!)

Últimamente siento que mi vida es un carrusel.
Por desgracia, no montas sobre caballos. Viajas en una gigantesca boa constrictor de color naranja.
Y si no te cuidas, te van a triturar.
Traje hoy, mañana no. Sonrisa hoy, mañana tristeza.
Buscar un trabajo no es una labor, es un estilo de vida.
¿Cuántas van? ¿30, 40?
Y la pregunta que me mata es: ¿qué planes tienes a corto, mediano y largo plazo?
Y respondo: ¡señorita, estoy en la mejor parte de un libro, un gay me tiró la onda en el metro y casi me sale un solo de guitarra y usted me molesta con esas fruslerías?
¡Qué bueno que tengo más entrevistas en puerta!
No sé si les ha pasado, pero en el metro uno puede ver especímenes muy interesantes.
Fuera del homosexual que me acosó, claro.
Me refiero a las chicas del metro.
Aquellas mujeres que por alguna razón extraña, acaparan tu atención (y tus hormonas) en el lapso de 2 o más estaciones.
Mis años de experiencia me han demostrado que la mayor concentración de "metrobabes" (marca registrada) ocurre en las estaciones cercanas a Coyoacán, Insurgentes o el Chopo.
Sí, sí considero algunas darketas "metrobabes", gracias por preguntar.
Y en esos momentos en que vuelvo a ser un troglodita hormonal (me pregunto si alguna vez dejo de serlo) me pregunto, como alguna vez se pregunto Thomas Hardy, ¿quién será esa belleza? ¿a dónde irá a dar tal cara?
Si a mí me preguntan, Hardy y yo terminaremos con una demanda de acoso. O dos.
Pero bueno, era un lunes por la tarde y venía de una entrevista.
Y estúpidamente, no traía libro. Lo cuál realmente lamenté, porque me hicieron esperar 40 minutos para la entrevista.
Bastardos.
Ya estaba saliendo con la oleada de gente en el Toreo cuando mi aburrición había llegado al máximo.
¿Qué hago para matar el tiempo? Ya me harté de los jueguitos en el celular y ya no tengo crédito para mandar mensajitos.
Caminé por los andenes del metro, cabizbajo.
Quizás si pudiera recordar todo esto y contárselo a alguien, se reirían.
Yo ya me estoy riendo.
Y suelto la carcajada cuando notó que espanté a algunas personas cerca de mí.
Una de ellas, una auténtica "metrobabe". Trataré de recordar este dato y anotarlo. Científicamente comprobado, es casi imposible ver a una "metrobabe"en el Toreo.
Pero la vi. Y me vio.
Lentes, pelo castaño partido a la mitad, mochila funky, top verde y sonrisa de millón de panchólares (aunque parecía hecha en China... la sonrisa, no ella).
Fingí demencia (testosterona=cobardía) y subí las escaleras. Me subí al micro y suspiré.
¿Qué puedo hacer para pasar el tiempo?
¿Leer anuncios de políticos?
¿Comprar unas papas grasientas y reírme de la gastritis?
Sí, salsa valentina. De la negra, por favor.
¿Qué hacer?
Oh. Es ella.
Subiendo al micro.
Hormonas. Subiendo. Tontería. A. Punto. De. Ser. Cometida.
La "metrobabe"de lentes se sienta enfrente de mí, me ve por un segundo y antes de que pueda sonreirle, rendirle tributo o tartamudear, ella abre su morralillo condechi y saca un libro titulado "Azteca".
¿De qué trata el libro? Oye, mi papá tenía ese libro y le gustaba mucho, ¿qué tal está? Sí, usualmente no visto así, se nota en el nudo de la corbata, ¿verdad? Sí, es un maletín robado de Ericsson y estoy contento de saludarte. ¿Quieres un café? Siento que Easton Ellis y Palahniuk son los escritores pesimistas que nos merecemos. ¿También te gustan Red House Painters y Rilo Kiley? No he escuchado tanto a Elliot Smith como tú, pero podemos hacer cambalache.
Sí. Yo también te quiero.
Todas esas maneras de comenzar una plática, solo me vinieron al ver todo en retrospectiva.
Ya vamos a la mitad del periférico. Faltan 20 minutos (tráfico mediante) para que llegue a mi casa. ¿Qué le digo? ¿Qué hago?
Ella, claramente desesperada de que no puedo decir ni pío, vuelve a abrir su morralito. Una mandarina sale y es consumida entre la 1ro de mayo y San Bartolo (pinfle tráfico). Ella espera. Muy tarde para pedir un gajo.
Su mirada de desesperación. ¿Quién dice que las miradas no matan? Siento que morí y volví a la vida. Y me volvió a matar. Y regresé. Y morí de nuevo. Y...bueno, ya entienden la analogía, ¿verdad?
Ella saca de la mochilita un paquetito envuelto en una servilleta. Un panqué. Un pedazo raquítico y escuálido de panqué. Un mendrugo sería colosal en comparación a esta rebanada de panqué.
Primera mordida y parece que ni lo tocó. Igual las siguientes mordidas. Hasta que súbitamente, ya llevaba medio mendrugo de panqué consumido.
Fue cuando me di cuenta. Dios estaba de mi lado.
O algún ser superior. El que quieran. Jehová. Yahvéh. Mahoma. Buda. David Gilmour. Ganesh. Odín.
Entendí que todo eso era una analogía. Su manera de comer panqué es la forma en que destroza los corazones. Esta mujer ha planeado esto todos los días. Busca a jóvenes inocentes con un poco de exceso de hormona y los seduce con su nerdes apabullante. Con esos lentes que escudan como escudo de granadero a dos bellos, redondos y perfectos ojos cafés.
Perfectos por la proporción áurea. Perfectos porque son de ella. Perfectos porque hacen juego con su cabello, con su cara de color difuminado y con su sonrisa imperfecta.
Y esa sonrisa imperfecta de dientes chuecos sexys...esa sonrisa que destroza un corazón transformado en panqué.
Esta viuda negra salvaje consume lentamente los sentimientos de los indefensos hombres que se le acercan, siendo destrozado como si fuera un indefenso panqué de nueces (o pasas muy duras).
Acaba de morder una nuez. Oh, debe ser mi ventrículo izquierdo.
Ella me ha seleccionado. ¡Soy su víctima! Es como una Juana la destripadora. Me la puedo imaginar rondando por vagones de metro, quizás vengando un mal que le hayan hecho los hombres. Quizás la dejaron en altar. Probablemente un peneque la maltrató y ahora su consigna es que todos paguen lo que uno hizo. Tal vez sea la reencarnación de la Señora Havisham, todavía dolida por el dolor que la terminó matando.
Mi ritmo cardíaco aumenta. Ella se me ha quedado viendo. Esta moviendo lentamente el panqué hacia mí.
Saben que eso significa que ella se burla. Me dice con su mirada "así vas a acabar".
Salto y toco el timbre del microbús.
Ella se me queda viendo un tanto perpleja.
Bajan, grito a todo volumen.
Te dejo en el Vips, dijo el chofer. Si traes varo, paga taxi.
Ella me seguía viendo. Oh, Dios, ayúdame a salir vivo y virgen de esta.
Parece ser que ella se va a parar. No espero a que la puerta se abra y salgo por la ventana del microbús, azotando contra la reja de un puesto de periódicos.
Trató de recuperar mi presión normal (sistólica y demás) mientras me quito de la cara unos periódicos con fotos de extraterrestres.
Sigo vivo. Y ella me veía através del vidrio del microbús.
Ah, seductora maligna de hombres, hoy te has quedado sin víctima. He vivido para contarlo y ahora que sé tu estrategia, avisaré a los demás hombres para que eviten caer ante tales artimañas letales.
De ahora en adelante, puedo prometer y prometo que ningún hombre le hablará a una metrobabe en el microbús.
Y sí, que me acose un gay en el metro.


--R

No comments: