Thursday, January 05, 2006

Relatos para la generacion pastilla Vol 2. Jo jo jolines con este frio...

¿Dónde estás?
Vienes de una reunión con unos amigos. La de todos los sábados. La que ya realmente no disfrutas porque sientes que tu presencia o ausencia no afecta en nada. Acabas de dejar a un amigo en su casa.
"Con cuidado, joven" es su despedida.
Primera. Buscas alguna canción que te haga sentir bien en el momento. Foo Fighters, nunca fallan. Arrancas y te vas. Tu casa queda a 5 minutos. Tomas la ruta escénica. Lo que sea para despejarte la cabeza. La avenida va de subida y pasas por el hospital donde te diagnosticaron que tenías una costilla rota. Después del tratamiento saliste con una mujer que pronto se va a casar con el idiota más grande del mundo.
Decides alejarte de esos recuerdos, te pasas el rojo y mientras Goo Goo Dolls te distrae, pasas por el puesto de hamburguesas donde cenaste una vez con una chava que te bateó. Ahora son muy buenos amigos. Sigues adelante por la avenida, frenando rara vez y empieza otra cuesta.
Pasas por el número 88 de esa avenida y ves la casa de un tipo que creías que sería tu amigo toda tu vida. Lo fue dos semestres. Ni aún cuando se reencontraron en una feria de empleo se pudo reempezar la amistad. Supongo que son los malos chistes de la vida.
Estás en tercera y el carro ya no quiere subir a la velocidad deseada. Un rápido cambio con el embrague y nuevamente eres libre, volando en cada tope y escuchando el traqueteo de la suspensión.
La caja de música saltó por unos momentos. La caja que falla en cada tope por el tornillo que perdiste y que no te has molestado en buscar.
Ya estás por la zona donde los vecinos se quejan de que no quieren contenedores de basura. Donde no quieren que su cerro donde van a hacer ejercicio una vez al año sea convertido en un centro comercial al que irán religiosamente cada domingo después de misa y las quecas.
Frenas con motor en la bajada y recuerdas la última vez que pasaste por ahí. No prendes las direccionales y te metes por esa avenida sinuosa, hacia la presa. No por mí, le dijiste, llora, pero no por mí.
Quitas a Lisa Loeb y pones a Theraphy? Aceleras cuando ya estás sobre la presa y piensas de la vez que viajaste buena parte de la ciudad de México para ir a una fiesta aburrida a la que tuviste que ir de traje. Recuerdas que el rechazo es peor al odio. La indiferencia es peor que el rencor.
¿Te acuerdas de su foto y como la tiraste al agua, para después irte por una hamburguesa? Sigues manejando por la carretera sinuosa, esquivando a gente más estúpida que tú.
Velocidad: 140. Música: Deftones. Canción: Rickets. Estado de ánimo: desesperación.
Y por más que aceleras y te paseas por esa zona que alguna vez te pareció el paraíso, te das cuenta que no pasará. El carro y tú se mueven, pero las lágrimas de ella te acompañan a todas partes.
200. En la bajada donde esta el Starbucks, el blockbuster, el superama. Recuerdas a la maestra de química que vivía por ahí y cuya enfermedad le obligó a retirarse. Recuerdas a su vecina que fue algo más que tu amiga, y la sorpresa que te llevaste de ella.
220. Y los recuerdos no se han ido. Usas el freno de mano y das una vuelta en U enfrente de una Iglesia. Suspiras y nuevamente aceleras.
Regresas a 220 sin frenar al punto de partida. Afuera de la casa donde fue la reunión.
Ella se fue sin dejar aviso.
Ella no quiere saber nada de ti.
Ella nunca volverá.
Y no es justo que esperes que alguien más sea como ella.
Lo entiendes finalmente y cuando Red House Painters termina, pones primera, le cambias a Neil Young con Pearl Jam y te diriges a esa avenida que amas tanto.
La avenida que significa la libertad. Con todo y sus baches.
Esa avenida lo tiene todo. Une dos municipios. Te lleva a las casas de tus mejores amigos. Tiene baches. Tiene hoyos. Tiene accidentes. Tiene cafres. Tiene escuelas de monjas corruptas. Tiene los restos de un puesto de periódicos que quemaste. Tiene sangre, dolor, felicidad, sonrisas.
Vas a 120. Gritando "yo soy el océano". Eres una windstar. Eres un cutlass supreme. Eres la droga. Eres el talk show. Frenas en el tope para que tu coche no se desfigure como el de un amigo tuyo, un mal padre de su coche.
Sigues acelerando y en una curva, mientras tus llantas rechinan, lo entiendes todo.
Puedes correr y alejarte de todos, pero de ti jamás vas a huir.
Sabes que todo principio tiene un final, y te ves al ocaso acelerar.
Sabes que ellos no lo entenderán, pero nunca te preocupo el qué dirán.
Frenas en un puesto de tacos en una cuadra muy extraña, de forma cuadrada.
Y escribes esto.
Aceptas que la perfección es ser imperfecto.
Aceptas que la felicidad es ignorar la tristeza.
Celebras que este no fue un sábado como los otros.
No, este sábado fuiste feliz.
Pagas, dejas la propina y te subes a tu corcel.
Otra vez, a contaminar con tu ruido y la gasolina mal quemada.
Otra vez, a la misma avenida.
Otra vez, aunque sea por los siete minutos de la canción de Neil Young, te sientes vivo.
Y adoras cada momento de ello.

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